Carta de agradecimiento


Es bonito comprobar cómo si te dejas llevar por la amorosa corriente de la vida, ésta siempre te da la oportunidad de hacer las cosas que realmente quieres hacer; … a su  debido tiempo. Esta verdad tan evidente como simple la aprendí en mi paso por Do, y hoy la vida me da la oportunidad de repetirla en voz alta para que muchos lo escuchen.

El Centro Do apareció en mi camino cuando éste pasaba por el recodo más complicado que recuerdo hasta la fecha. Muy complicado… Mi matrimonio se me escapaba como el agua entre los dedos dejándome en una situación vital de aparente pesadilla y yo me aferraba a lo que podía para evitarlo, nadando contra corriente, rebelándome, y parando de esta forma el poderoso flujo energético de la vida. Todo ello con unos resultados funestos que me empujaban con fuerza hacia la frustración, la desesperación, y la impotencia. Si las paredes de Do hablasen… ☺

Una amiga me llevó hasta Do. En lo que me queda de esta vida y en todas las siguientes que me queden por vivir le estaré agradecida por ello. ¿Por qué?. Porque esto es una parte de lo que he aprendido en y a través de Do:

 Que la vida es sólo Ahora, y que nos perdemos ese Ahora cuando permitimos que nuestra mente nos mueva de forma compulsiva del pasado al futuro ida y vuelta, ida y vuelta, en un interminable bucle que sólo genera insatisfacción y ansiedad.

– Que yo no soy solo mi mente ni mi cuerpo; que mi mente y mi cuerpo son la manifestación externa de quién realmente soy. Que puedo silenciar mi mente y escuchar a mi corazón, que es donde se asienta la consciencia, lo único permanente; mi esencia.

– Que cuando vivo muy presente en cada Ahora todo es fácil; hasta lo más difícil. Porque viviendo conscientemente el momento presente, puedo escuchar a la vida que me habla en voz muy alta y siempre me indica el camino a seguir: es el sistema de navegación perfecto ☺.

– Que no hay maestros que se llamen a sí mismos maestros. Maestro es el que (como cuenta esa bonita historia Zen) te acompaña con infinito respeto y cariño hasta la orilla del lago, para que tú veas por ti mismo, al observar tu imagen en el agua, que realmente eres león y no oveja como te habían hecho creer. Yo en Do encontré un Maestro.

– Que todo en la vida pasa por algo bueno y positivo, aunque a primera vista nos sea imposible reconocer tal bondad en los acontecimientos. Si confiamos en la vida, siempre la vida nos acaba mostrando que esto es así; a su debido tiempo (que raramente coincide con el tiempo que a nosotros nos gustaría, también es importante saberlo…). Esta constatación ayuda mucho a aceptar lo que es y a encontrar la lección que encierra. Hay una inmensa liberación en esa aceptación

(aceptación que no es lo mismo que resignación: aceptación es abrazarse libremente a lo que es, y resignación es dejar que me aplaste porque me parece que no puedo hacer otra cosa).

– Que sólo el amor incondicional es verdadero, y todo lo demás es una ilusión. Cuando vamos donde el corazón nos lleva no nos equivocamos nunca.

– Que el pasado no existe más que cuando lo volvemos a hacer presente recordándolo. Que no tiene sentido empeñarse en sufrir por algo que no existe. Que del pasado sólo hay que aprender y luego dejarlo ir conservando solamente el amor; el que dimos y el que recibimos.

– Que el futuro tiene infinitas posibilidades pero solo una de ellas llegará a ser real. Sufrir o ilusionarnos imaginando algo que lo más probable es que nunca llegue a ocurrir como lo imaginamos, no tiene sentido. Y además nos impide disfrutar y aprender de lo que realmente sí es: el Ahora.

– Que para perdonar de corazón a los demás es necesario perdonarse antes a uno mismo, y esto es lo más difícil pero lo más necesario.

– Que cada uno somos nuestro propio maestro; ya lo dijo Buddha que sabía mucho… Que todo lo que leemos o escuchamos y nos sacude o nos conmueve, lo hace porque resuena con un conocimiento que ya tenemos en nuestro corazón. Es esa sensación de decir “Ah…., claro….”. Esta constatación marca un antes y un después en la vida, porque a través de ese resonar consciente recordamos quienes somos.

– Que hay una diferencia entre tener fuerza y tener poder, y que es la intensa consciencia del momento presenta lo que transforma la una en el otro. Y no hay límites… Cada uno somos plenamente responsables de quienes somos, cómo somos, qué hacemos, y qué tenemos. Culpar a terceros o a las circunstancias es solo una forma (ciertamente eficaz…) de evitar asumir nuestra responsabilidad.

La victimización es una actitud corrosiva y a veces muy sutil que nos aparta de la realidad de lo que realmente es y nos aboca al sufrimiento.

– Que el amor verdadero implica respeto. Respeto por todo lo que es, que incluye el respeto hacia las aparentes equivocaciones de los demás y por supuesto y en primer lugar hacia las propias. Que una sonrisa sincera y llena de compasión es siempre más eficaz que un “te lo dije”.

– Que hay una diferencia sustancial entre vivir un camino de espiritualidad y teorizar sobre ello. Que teorizar acerca de algo espiritual (por profundo y espiritual que sea) y quedarse en ello sin hacerlo real en la propia vida, es seguir atrapado en la mente. El ego espiritual existe, y es el más difícil de identificar.

– Que no tiene sentido empeñarse en ayudar a quien no quiere ayuda. Cada uno somos libres y por lo tanto responsables de andar el camino como queramos, y empeñarse en ayudar es interferir en la evolución personal de otra persona y por lo tanto no respetar su libertad, que es sagrada. Pedir ayuda, aún de la forma más sutil, es también una elección libre, al igual que darla o no darla. Y todo tiene consecuencias.

– Que cuando dudamos qué hacer o no hacer, decir o no decir, lo mejor es estarse quieto, hacer silencio y escuchar, porque la respuesta siempre llega a su debido tiempo.

– Que pudiendo ser las formas muy distintas, la esencia de todo es la misma. Que lo que tú vives yo también lo he vivido, lo estoy viviendo, o lo voy a vivir. Que a todos en algún momento se nos proponen las mismas lecciones y las aprendemos cuando estamos preparados para hacerlo. Que cuando experimentamos el silencio, cada uno el suyo, estamos experimentando exactamente lo mismo, y somos lo mismo en ese silencio.

– Que la vida es aprender, y que el único fin del sufrimiento es sacudirnos lo suficiente para que lo hagamos. El sufrimiento no es un castigo, es una llamada a despertar. La única forma de darle un sentido al sufrimiento es pasar a través de él de forma consciente, aprender la lección que encierra y dejarlo ir; trascenderlo.

– Que en la vida no hay fracasos, sólo propuestas de lecciones para aprender. Lo importante no es aprenderlo todo a la primera, sino no parar de aprender. Mantenernos despiertos para ser capaces de leer entre las líneas de los acontecimientos las lecciones que la vida nos propone. En cada aparente fracaso hay al menos una nueva lección que aprender; nunca la vida da una puntada sin hilo. Lo importante no es el destino sino el viaje.- Hay infinitas formas de andar el camino, una por cada uno de nosotros, y la forma en que nosotros lo andamos es la nuestra, ni mejor ni peor que las de los demás. Como decía el Poeta: “Caminante no hay camino, se hace el camino al andar”.

– El respeto y el amor por uno mismo siempre precede al respeto y el amor por los demás, o ese respeto y ese amor por los demás no son verdaderos. – Cada persona que en un momento dado de nuestra vida se cruza en el camino con nosotros, está ahí por algún motivo: la casualidad no existe. Quizás ese motivo es solo el poder intercambiar una sonrisa y sentir su calidez en el alma. Es una bonita lección el darse cuenta un día de la cantidad de sonrisas que nos hemos perdido de forma inconsciente… para intentar no volver a hacerlo…

– Que el agradecimiento profundo por lo que es ahora, es la llave que abre la puerta de la abundancia de lo que está por venir.

– Que si confías plenamente en la vida, te das cuenta de que la vida siempre te da lo que necesitas en cada momento. Si no confías ella te lo da igualmente, pero tú no eres consciente de ello y te pierdes la paz y la alegría que van asociadas a este conocimiento.

Podría seguir pero voy a dejarlo aquí…

Llegados a este punto quizás te preguntes qué tiene que ver la Kinesiología Holística y las terapias que se imparten en Do con todo esto. Pues tiene todo que ver… A través de las terapias naturales se busca el equilibrio global en la persona. Se trata a la persona como el todo que es, no solo como un cuerpo, o como una mente. Y el resultado es que no solo te sientes físicamente bien, psicológicamente bien, afectivamente bien… sino que te sientes bien porque estás realmente bien desde un punto de vista global. Y ese estar bien desde el punto de vista holístico es duradero, y supone un antes y un después en la vida. Se traduce en que tu actitud vital es diferente, que tomas la responsabilidad de tu vida, de quien eres, de lo que haces o no haces, de lo que dices o no dices, de lo que quieres y de lo que no quieres: dejas de navegar por la vida en el modo piloto automático. Tus relaciones con los demás y con el mundo se vuelven cada vez más suaves y satisfactorias. Aprendes a ser plenamente consciente. Y debe ser bueno, porque conlleva una paz y una alegría difícilmente descriptibles… ☺.

Quiero aprovechar esta oportunidad que me da la vida para expresar mi más profunda gratitud desde aquí al Centro Do por el papel tan importante que ha jugado en mi proceso de despertar a la realidad de lo que es. Me resulta complicado recordar cómo vivía yo (solo sobrevivía…?) antes de poner el pie allí por primera vez, hace de esto algo más de dos años. Que sepas que los milagros ocurren, y que está en nuestras manos (y solo en nuestras manos) que ocurran. Leí una vez que en el Camino de Santiago (que tiene un evidente paralelismo con el camino de la vida), los peregrinos se despedían unos de otros con estas palabras al separarse después de andar juntos durante un tiempo: “Que las estrellas brillen para ti hasta el final del camino”. Me pareció muy bonito… Me hizo darme cuenta de que por difícil que parezca a veces andar esta vida, si miramos alrededor con el corazón abierto siempre encontramos alguna estrella que nos señala por dónde ir. Y las estrellas nunca empujan, ni fuerzan, ni convencen, ni manipulan: sólo están ahí, son, y con su presencia señalan; nosotros decidimos. Las estrellas pueden tomar la forma de personas, circunstancias, e incluso de centros de terapias naturales; y todos ellos van y vienen, solo nosotros permanecemos. Lo importante es saber que aparecen cuando los necesitamos, y siempre tenemos lo que realmente necesitamos, solo hay que tener los ojos abiertos para reconocerlo: la casualidad no existe (o realmente te parece que es casual que hayas llegado a esta página y no a otra…? ☺).

Para mí Do ha sido un potente lucero que como suele ocurrir apareció en mi vida cuando yo estaba preparada para ello, y deseo de todo corazón que os vaya muy bonito en esta nueva etapa para que podáis seguir siendo un lucero en el camino de muchas personas. Tenéis todo mi amor y mi agradecimiento eterno. GRACIAS.

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